Sobre el instinto de conservación, la necesidad, la urgencia, lo cotidiano, el deseo, el
conformismo, la violencia, el intento, el propósito…
(traduzione al italiano a partire della metta del documento)
Esta reflexión trata sobre aquello que consideramos necesario para nuestra vida; y al tratar de
definirlo, nuestro entendimiento se confunde...
En una situación "básica", vital de supervivencia, se puede considerar como necesario aquello
que ayuda a mantenernos en vida, o sea: el comer y el dormir. Estas funciones básicas,
elementales, en nuestra sociedad civilizada significa: un lugar donde estar y donde dormir y
también, los recursos materiales o económicos necesarios para comprar la comida, pagar los
gastos de luz, agua, electricidad, impuestos municipales, alquiler, para movernos, y otros
gastos necesarios para mantener habitable nuestro espacio;
Podemos percibir que las necesidades básicas, aquellas que nos permiten vivir, no se limitan
solamente al comer y al dormir, si no que viviendo en sociedad nos encontramos con
exigencias más complejas; ¡y no estamos hablando de vivir en el lujo! simplemente, la lista de
los recursos mínimos necesarios para adquirir o mantener nuestras necesidades primarias
aumenta; A la exigencia mínima de los recursos requeridos para sobrevivir, podremos llamarlos
de sobrevivencia, o sea, recursos sin los cuales nuestra vida física estaría en peligro; y el
impulso por defenderla que nos empuja a obtener los recursos que necesitamos, instinto de
conservación.
Claro està que en la sociedad no todos tienen las condiciones o el acceso a los recursos
necesarios para mantener su casa y comprar comida; O por un tiempo los tienen y más
adelante esos recursos escasean; Es aquí que algunos mecanismos
socio/políticos/económicos entran en acción para ayudarnos: Casas populares, pisos de
protección oficial, albergues para sin techo , Créditos bancarios o créditos con tarjetas, Cocinas
populares, Pago de facturas y de servicios a plazo, Bolsas o cajas de alimentos distribuidas
periódicamente, etc. Lamentablemente estas ayudas son temporáneas y en algún momento se
deben saldar las deudas y si no se pueden cubrir las deudas, es posible que no se pueda
mantener las condiciones básicas de vida que garantiza la supervivencia;
Generalmente la persona no se encuentra sola y tiene una familia que vive o sufre las mismas
condiciones de vida que él está sufriendo; En está situación ya no hablamos de una simple
necesidad individual, sino de una necesidad grupal, de conjunto, de una necesidad que
requerirá mayores recursos materiales y económicos para ser satisfecha.
Delante de está situación podemos decir que la preocupación, las tensiones causadas por
cubrir las necesidades individuales o grupales, son mayores, crecen, se acentúan, generan
más preocupación y más tensión en aquellos que la sufren, y también en la sociedad que los
incluye, aunque este hecho sea subestimado en el análisis de los hechos.
Y si está situación no se resuelve en un tiempo determinado, si las necesidades básicas no
son cubiertas, esa persona o esa familia, se encontrará en la indigencia, en la calle.
En todo lo que hemos expuesto se siente que, a eso que llamamos necesidad, se le suma
algo que llamaremos urgencia.
Cuando en el dia a dia desarrollo actividades que me permiten compensar mis necesidades
básicas y las de mi grupo, digo que realizo actividades cotidianas, que llevan tiempo y
esfuerzo, que no necesariamente deben ser placenteras o dar satisfacción, pero que debo
hacerlas por necesidad. Y esto me lleva a vivir una cierta situación psicológica de equilibrio
estable que podemos llamar, aceptación, conformismo.
Pero de está necesidad de urgencia surge también un registro, una sensación como de
angustia por un futuro incierto, de desprotección, de aislamiento, de vacío existencial, de
estrés, de insatisfacción con nosotros mismos y con el mundo; Y está sensacion de
insatisfaccion comienza a perturbar los andamios del conformismo.
Sin darle mayor atención a ese registro de inconformidad que actúa subliminalmente, y
compensando naturalmente el instinto de conservación que se desata en nosotros por miedo a
perder o no alcanzar lo que necesitamos, tratamos de anticiparnos a esa falta de recursos que
imaginamos pueda suceder a futuro, y acumulamos recursos, objetos, dinero, como para
responder a las avenencias que vendrán.
Este temor que aparentemente se compensa con el acumulo de objetos y valores, genera un
sentimiento ambiguo que podemos llamar posesión; y digo que es ambiguo, porque el tener
más cosas, objetos, valores, dinero, no cambia mi ansiedad respecto al futuro, al contrario, al
temor inicial, ahora le sumo la preocupación de perder lo que he obtenido.
Ampliemos el tema della posesión: este falso reflejo de autoconservación que se articula en el
tiempo, y que se convierte en una conducta, en una actitud repetitiva, que amplía sus campos
perceptivos incluyendo en su mundo todos los objetos que lo rodean: no solo objetos
materiales como cosas o dinero, también seres animados como plantas y animales hasta llegar
al máximo de la posesión: las personas…de preferencia, las más queridas!
Y cuando el deseo de poseer amplia los márgenes de la necesidad, nuestra actividad en el
mundo, para obtenerlos, se hace más intensa, utilizamos más horas para alcanzarlos:
trabajamos más horas, utilizamos más tiempo pensando cómo obtener más recursos, creamos
redes de artilugios para controlar a ciertas personas o a un grupo, y muchas veces, excediendo
en nuestro ímpetu, en nuestro objetivo, cometemos algunas contrariedades, alguna violencia
perjudicando al otro o a otros. Y con eso la frustración aumenta, aumenta la necesidad de tener
más recursos, aumenta el temor de perderlos y esto genera más violencia… y de nuevo mas
frustración etc… un ciclo que no se corta.
Estas conductas violentas siempre han tenido en la sociedad y en la historia su contenimento,
su límite, sus reglas, sus normas; A veces a través de preceptos o leyes morales, religiosas,
éticas o jurídicas; Y todo aparentemente andaba bien, hasta que una cierta mentalidad
consumista llamada capitalismo globalizador comenzó a inculcar en la cabeza de la gente a
través de la publicidad, de los sistemas de enseñanza, y a través de la tecnología, la idea de
que cada uno de nosotros es un ser especial, independiente, tenaz, capaz de conseguir lo
imposible a través del esfuerzo, del trabajo, de la astucia; Empezó la era del hombre
globalizado, pero aislado, solo!. Empezó la era del: Yo contra el mundo, Yo me la juego solo.
Empezó la era en donde las premisas morales, políticas, religiosas, éticas, jurídicas,
comenzaron a ser relativas, por que no respondian a los hechos o a las conductas sociales en
boga: todo empezó a depender de mí, depende si me conviene o no, por que está es la nueva
verdad: YO... y la variante son los otros…
Pero como el sistema es el que impuso estas reglas, es el sistema el que gobierna, y uno,
ingenuamente, piensa que está consiguiendo obtener su lugar y su tiempo en este mundo de
discrepancias. Está conducta dividida, neurótica, genera violencia e incomprensión en uno
mismo y en los demás. Genera conductas posesivas, egoístas, individualistas, que hacen que
si el otro se opone al logro de mis objetivos, o no me ayuda en la medida que yo creo, actúo
con violencia y discriminacion.
Está conducta genera dolor y sufrimiento no solo en los demás como víctimas de mis
injusticias, sino también en mi, porque es una acción que no me deja registros positivos, no me
deja un registro de satisfacción, de plenitud, de crecimiento interno; Muy en lo profundo,
escondido atrás de mis miedos y de mis dudas, está la certeza de que lo estoy haciendo mal.
Muy en lo profundo, mi conciencia está dividida.
Y es aquí, en donde el sistema incorpora otro de sus trucos, otra de sus herramientas de
control psicosocial para reforzar sus esquemas: la disonancia cognitiva. Trato de ejemplificar
a través de la explicación que da Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Disonancia_cognitiva):
“ El término disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema
de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo
tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en
conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad
de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.”...”al
producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve
automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir
la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí,
constituyendo una cierta coherencia interna. La manera en que se produce la reducción de la
disonancia puede tomar distintos caminos o formas. Una muy notable es un cambio de actitud
o de ideas ante la realidad”
En palabras simples: la persona siente que no tiene opciones, se siente obligada a realizar una
acción que no desea, que le crea contradicción, inconfort, sufrimiento, y en vez de oponerse a
la causa que aparentemente lo obliga a realizar esa acción yendo contra sus propias creencias
o convicciones, cambia la interpretación de los hechos, cambia el andamio ético que sostiene a
sus creencias, y elabora una respuesta que justifica su acción equivocada. Esto produce
disociación psíquica, inconfort, sufrimiento, soledad. Esto produce un falso registro de
adecuación y de integración al tejido social.
Y nos encontramos en estos ámbitos mentales individuales restrictos y psicosociales confusos,
sin percibir que todo este sufrimiento està cubriendo necesidades muy sutiles que no son del
tipo de supervivencia: está cubriendo necesidades que nos impulsan, que nos acercan a la
felicidad, a la unidad interna, a la percepción de un futuro más amplio y más profundo: estos
falsos registros de adaptación están cubriendo necesidades existenciales.
Porque si todo fuera instinto de conservación y de supervivencia, si todo fuera comer, dormir y
procrear, no estaríamos preocupados por todo esto del espíritu, los cielos, los infiernos y la vida
después de la muerte.
A este punto podemos afirmar que el hombre es un ser histórico y social que pretende la
trascendencia como acto final de la búsqueda de su conciencia.
A este acto que podríamos definir como el impulso permanente y continuativo de la conciencia
por alcanzar el conocimiento, por alcanzar el objeto que complete su búsqueda, lo llamaremos
intento;
A las propuestas de acción que se generan para alcanzar lo que busca el intento, las
llamaremos propósito.
Existen propósitos muy simples, como proponerse mejorar el aspecto físico, o empezar a
levantarse más temprano a la mañana, o mantener ordenada la casa o el ambiente de trabajo,
etc.
Hay propósitos más elaborados, más difíciles de lograr, como tratar de ser amable con la
gente, ampliar el círculo de amistades, participar de la vida comunitaria, política o social del
barrio, etc.
Hay propósitos que tienen un alcance temporal más largo, propuestas que requieren una
planificación mayor, un cuidado y una atención mayor en el tiempo, como emprender un
estudio en la universidad, abrir una actividad económica en propio, educar los hijos, etc.
Y también existen las necesidades y los propósitos que corresponden a otros ámbitos, a otros
espacios de tipo espiritual, que tienen el sabor de lo infinito, de lo eterno, de aquello que
trasciende el espacio y el tiempo cotidiano: son las necesidades/propósitos de llegar a la vejez
siendo feliz, de ayudar a mejorar la sociedad y a la construcción de un mundo mejor, de
conocer los cielos o los mundos que ocuparemos después de la muerte física, la necesidad de
hablar con Dios o con nuestros seres queridos que ya no están, el querer comprender cuál es
el sentido de nuestra existencia, el porqué de la vida, del universo en expansión, etc.
Sea que mi necesidad sea muy elemental, como comer y dormir, o necesite tener amigos o
conseguir un empleo mejor, o quiera ser un líder político o influencer en los social, que quiera el
bien de mis hijos y mi familia, o que anhele conocer lo profundo del más allá para comprender
mi vida y el universo, en todas las situaciones encontramos el binomio necesidad-propòsito.
Es muy fácil detectar la necesidad en las situaciones más rudimentarias, más elementales de
nuestra vida, ya que si no comemos o no dormimos, nos morimos; Pero es difícil imaginar o
aceptar que si no le damos un sentido a nuestra vida, también nos morimos.
En las situaciones en donde nuestra vida peligra, surge un registro, una respuesta emocional
muy fuerte que llamaremos urgencia. Está urgencia aumenta el potencial de búsqueda de la
necesidad y pone al propósito como detrás de una lupa de aumento, lo hace más grande, más
cercano;
La urgencia hace que el propósito ocupe toda nuestra atención, todo nuestro espacio visual y
de percepción. Y al aumentar la carga de la necesidad gracias a la urgencia, el propósito para
resolver o alcanzar una situación, aumenta, se hace mas grande, mas fuerte, y esto permite
concentrar y dirigir las fuerzas para alcanzar mi propósito, para alcanzar mi objetivo, para
satisfacer mi necesidad.
Cuando la situación de vida no impone riesgos para mi supervivencia, la urgencia se mitiga y la
necesidad se diluye mezclada a las necesidades/deseos que la sociedad impone como normas
de conducta: tener dinero, ser importante, ser deseado.
Estas necesidades impuestas como arquetipos en nuestra sociedad tienen una carga efímera,
porque no teniendo la energía de la urgencia, no producen un propósito que guíe, que motive.
La vida de una persona se limita a conseguir pequeños triunfos pasajeros sin mayores
posibilidades de proyección al futuro; Esto produce frustración, disconformismo, sufrimiento, y
aquí volvemos al punto en donde nuestra conciencia, para no seguir sufriendo se disgrega, se
adapta a esos esquemas o pautas que la perjudican, al extremo de justificarlos y adoptarlos
como esquemas de vida: es como el efecto de la “Síndrome de Estocolmo” en donde la
persona (víctima) se disocia de la realidad sufriente que está viviendo para empezar a vivir la
realidad ilusoria que su opresor le impone.
Estamos de acuerdo en decir que es necesario cubrir nuestras necesidades básicas, aquellas
más urgentes, realizando acciones concretas, acciones mundanas.
Pero también es importante clarificar, definir, aumentar, esas necesidades que surgen de la
ampliación de los registros de instinto de supervivencia humana: el hombre como ser social e
histórico tiene necesidades más amplias, necesidades existenciales; A estas necesidades
debemos encontrarles propósitos adecuados. A estas necesidades y a estos propósitos que
podemos llamar trascendentales, (porque parece que trascendiera los límites o conceptos
adscriptos al tiempo y al espacio) debemos sumarle, agregarle, aumentar esa sensación de
urgencia, que fija a la necesidad y clarifica el propósito.
Claro está que lo dicho hasta aquí tiene el sabor de “lo teórico” y que llegando al final de la
lectura podríamos preguntarnos: qué cosa hacer?
Aquí se abre un infinito abanico de posibilidades y ejemplificarlas nos llevaría a un campo que
está fuera del alcance de este texto.
Pero cómo algo desde nuestro interior está buscando respuestas, y partiendo de la convicción
de que todo inicia con la reflexión y meditación personal, comento algunas cosas para
considerar:
El hombre es un ser histórico y social; Su acción se desarrolla entre sus símiles (sociedad)
teniendo en cuenta las situaciones pasadas (historia) y proyectando situaciones en el futuro
(avance científico cultural).
Este movimiento hacia adelante, en lo individual y en lo social, este avance continuo que
algunos definen como el motor de la historia, es la intencionalidad humana, que podríamos
sintetizar en algunas frases:
- La necesidad de descubrir, La necesidad de modificar y La necesidad de compartir;
- Sintetizando más todavía: Conocimiento (de sí y del mundo), Construcción (de ambientes,
de realidades) y Cooperación ( dar y recibir para crecer juntos).
- El tema es: ¿YO…cómo puedo materializar en acciones concretas, mis deseos de
aprender, de hacer algo por la sociedad, de sentirme reconocido, partiendo de mi
situación actual?
Para responder a está pregunta, abriendo alas a la reflexión y a nuestra imaginación, propongo
la lectura del Capítulo XIII, “Los Principios” del libro “El Mensaje” de SILO (Editora El León
Alado - España):
“Distinta es la actitud frente a la vida y a las cosas cuando la revelación interna hiere como el rayo.
Siguiendo los pasos lentamente, meditando lo dicho y lo por decir aún, puedes convertir el sin-sentido
en sentido. No es indiferente lo que hagas con tu vida. Tu vida, sometida a leyes, está expuesta ante
posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de liberación, de movimiento, de proceso.
No te hablo de libertad como algo quieto, sino de liberarse paso a paso como se va liberando del
necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces, “lo que se debe hacer” no depende
de una moral lejana, incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida, de luz, de evolución.
He aquí los llamados “Principios” que pueden ayudar en la búsqueda de la unidad interior.
1. Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo.
2. Cuando fuerzas algo hacia un fin produces lo contrario.
3. No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que aquella se debilite, entonces avanza con
resolución.
4. Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente.
5. Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el invierno, has superado las contradicciones.
6. Si persigues el placer te encadenas al sufrimiento. Pero, en tanto no perjudiques tu salud, goza
sin inhibición cuando la oportunidad se presente.
7. Si persigues un fin, te encadenas. Si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí
mismo, te liberas.
8. Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz no cuando quieras
resolverlos.
9. Cuando perjudicas a los demás quedas encadenado. Pero si no perjudicas a otros puedes hacer
cuanto quieras con libertad.
10.Cuando tratas a los demás como quieres que te traten te liberas.
11. No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos, lo que importa es que
comprendas que tú no has elegido ningún bando.
12.Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti. Si repites tus actos de unidad interna ya
nada podrá detenerte.
Serás como una fuerza de la Naturaleza cuando a su paso no encuentra resistencia. Aprende a
distinguir aquello que es dificultad, problema, inconveniente, de esto que es contradicción. Si aquellos te
mueven o te incitan, ésta te inmoviliza en círculo cerrado.
Cuando encuentres una gran fuerza, alegría y bondad en tu corazón, o cuando te sientas libre y sin
contradicciones, inmediatamente agradece en tu interior. Cuando te suceda lo contrario pide con fe y
aquel agradecimiento que acumulaste volverá convertido y ampliado en beneficio.”
En lo personal me sirve:
- Cuando considero las situaciones que me producen contradicción y sufrimiento, trato de reconciliarme
conmigo mismo y con los otros.
- Ponerme en lugar del otro en las situaciones difíciles, me aclara lo que debo hacer.
- La acción concreta en el medio es el resultado final de lo que deseo realizar. Lo que me completa es
el hacer acompañado del pensar y del sentir actuando en la misma dirección. No hay realización
personal sin manifestación fáctica.
- Cuando imagino el futuro, me relaja pensar que lo que hago tiene un sentido, un objetivo que va más
allá de mi percepción objetal y temporal de las cosas, más allá de mis intereses personales, una acción
que acompaña la evolución de los hombres, de la tierra, del universo. Una acción que se perpetúa
independiente de mi.
- Las respuestas a las preguntas más íntimas, las busco en soledad, en lo profundo de mi corazón, en
silencio, sin apuros, repitiendo la pregunta en el vacío, en ese espacio infinito de mi alma, una y otra
vez, como un eco….
Y al terminar, agradezco la intuición vislumbrada.
Antòn Morà 25/05/2022
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------IT
Sull'istinto di conservazione, la necessità, l'urgenza, il quotidiano, il desiderio, il
conformismo, la violenza, l’intento, il proposito...
Questa riflessione riguarda ciò che consideriamo necessario per la nostra vita; e quando
cerchiamo di definirlo, la nostra comprensione si confonde...
In una situazione "di base", vitale, di sopravvivenza, si può considerare necessario ciò che
contribuisce a mantenerci in vita, cioè mangiare e dormire. Queste funzioni di base, elementari
nella nostra società civilizzata, significano: un posto dove stare e dormire e anche le risorse
materiali o economiche necessarie per comprare il cibo, pagare i costi dell'elettricità, dell'acqua,
delle tasse comunali, dell'affitto, del trasporto e altre spese necessarie per mantenere il nostro
standard de vita nella normalità;
Possiamo percepire che i bisogni primari, quelli che ci permettono di vivere, non si limitano solo
al mangiare e al dormire, ma che vivendo in società ci troviamo di fronte a esigenze più
complesse… e non stiamo parlando di vivere nel lusso! Semplicemente, l'elenco delle risorse
minime necessarie per acquisire o mantenere i nostri bisogni primari aumenta; la richiesta
minima delle risorse necessarie per sopravvivere, che possiamo chiamare risorse di
sopravvivenza, cioè risorse senza le quali la nostra vita fisica sarebbe in pericolo; e l'impulso a
difenderla che ci spinge a procurarci le risorse di cui abbiamo bisogno, l'istinto di
conservazione.
È chiaro che non tutti nella società hanno le condizioni o l'accesso alle risorse necessarie per
mantenere la propria casa e comprare cibo; oppure per un po' le hanno e poi quelle risorse
diventano scarse; è qui che entrano in azione alcuni meccanismi socio/politici/economici per
aiutarci: case popolari, crediti bancari o carte di credito, cucine popolari, pagamento di bollette e
servizi a ratte, sacchi o scatole di cibo distribuiti periodicamente, ecc.
Purtroppo, questi aiuti sono temporanei e a un certo punto i debiti devono essere saldati; se
non si riesce a coprire i debiti, è possibile che le condizioni di vita di base che garantiscono la
sopravvivenza non possano essere mantenute;
In genere la persona non è sola e ha una famiglia che vive o soffre le stesse condizioni di vita
che sta subendo; in questa situazione non si tratta più di un semplice bisogno individuale, ma di
un bisogno di gruppo, un bisogno che richiede maggiori risorse materiali ed economiche per
essere soddisfatto.
Di fronte a questa situazione possiamo dire che la preoccupazione, le tensioni causate dalla
copertura dei bisogni individuali o di gruppo, sono maggiori, crescono, si accentuano, generano
più preoccupazione e più tensione in coloro che soffrono, e anche nella società che li
comprende, anche se questo fatto viene sottovalutato nell'analisi dei fatti.
E se questa situazione non viene risolta in un determinato periodo di tempo, se i bisogni di base
non vengono soddisfatti, quella persona o quella famiglia si troverà in condizioni di indigenza,
per strada.
In tutto ciò, si ritiene che, oltre a quello che chiamiamo bisogno, ci sia qualcosa che
chiameremo urgenza.
Quando tutti giorni svolgo attività che mi permettono di compensare i bisogni fondamentali miei
e quelli del mio gruppo, dico che svolgo attività quotidiane che richiedono tempo e fatica, che
non devono necessariamente essere piacevoli o dare soddisfazione, ma che devo fare per
necessità. E questo mi porta a vivere in una certa situazione psicologica di equilibrio stabile che
possiamo chiamare, per accettazione, conformismo.
Ma da questo bisogno di urgenza, nasce anche un registro, una sensazione di angoscia per un
futuro incerto, di mancanza di protezione, di isolamento, di vuoto esistenziale, di stress, di
insicurezza con noi stessi e con il mondo; e questa sensazione di insoddisfazione comincia a
disturbare l'impalcatura del conformismo.
Senza prestare molta attenzione a questo registro di anticonformismo che agisce in modo
subliminale, e compensando naturalmente l'istinto di conservazione che si scatena in noi per
paura di perdere o non ottenere ciò di cui abbiamo bisogno, cerchiamo di anticipare la
mancanza di risorse che immaginiamo possa verificarsi in futuro, e accumuliamo risorse,
oggetti, denaro, come per rispondere alle contingenze che si presenteranno.
Questa paura, apparentemente compensata dall'accumulo di oggetti e valori, genera un
sentimento ambiguo che possiamo chiamare possesso; e dico che è ambiguo, perché avere
più cose, oggetti, valori, denaro, non cambia la mia ansia per il futuro, anzi, alla paura iniziale,
ora aggiungo la preoccupazione di perdere ciò che ho ottenuto.
Ampliamo il tema del possesso: questo falso riflesso di autoconservazione che si articola nel
tempo e che diventa un comportamento, un atteggiamento ripetitivo, che espande i suoi campi
percettivi fino a includere nel suo mondo tutti gli oggetti che lo circondano: non solo oggetti
materiali come cose o denaro, ma anche esseri animati come le piante e gli animali fino a
raggiungere il massimo del possesso: le persone... preferibilmente quelle più amate!
E quando il desiderio di possedere allarga i margini del bisogno, la nostra attività nel mondo,
per ottenerli, diventa più intensa, impieghiamo più ore per raggiungerli: lavoriamo più ore,
impieghiamo più tempo a pensare come ottenere più risorse, creiamo reti di relazioni per
controllare certa persona o un gruppo, e molte volte, superando il nostro slancio, il nostro
obiettivo, commettiamo qualche strappo, qualche violenza che danneggia l'altro o gli altri. E
con questo, la frustrazione aumenta, il bisogno di maggiori risorse aumenta, la paura di perderle
aumenta e questo genera più violenza... e di nuovo più frustrazione ecc... un ciclo che non
finisce mai.
Questi comportamenti violenti hanno sempre avuto nella società e nella storia il loro
contenimento, i loro limiti, le loro regole, le loro norme; a volte attraverso precetti o leggi morali,
religiose, etiche o giuridiche; E tutto andava apparentemente bene, fino a quando una certa
mentalità consumistica, chiamata capitalismo globalizzante, ha cominciato a inculcare nella
testa delle persone, attraverso la pubblicità, i sistemi educativi e la tecnologia, l'idea che ognuno
di noi è un essere speciale, indipendente, tenace, capace di raggiungere l'impossibile attraverso
lo sforzo, il lavoro, l'astuzia; è iniziata l'era dell'uomo globalizzato, ma…isolato, solo! . L'era di:
Io contro il mondo, Io c'è la faccio da solo!
È iniziata l'epoca in cui le premesse morali, politiche, religiose, etiche, giuridiche hanno
cominciato ad essere relative, perché non rispondevano ai fatti o ai comportamenti sociali in
voga: perciò, tutto ha cominciato a dipendere da noi, a dipendere dal fatto che mi convenga o
meno, perché questa è la nuova regola: IO... e la variante sono gli altri…
Ma poiché è il sistema che ha imposto queste regole, è il sistema che comanda, ma noi
crediamo ingenuamente di riuscire a trovare il proprio posto e il proprio tempo in questo mondo
di discrepanze. E questo comportamento diviso e nevrotico genera violenza e incomprensione
in se stessi e negli altri. Genera un comportamento possessivo, egoista e individualista, per cui
se l'altra persona si oppone al raggiungimento dei miei obiettivi o non mi aiuta nella misura in
cui credo, agisco con violenza e discriminazione.
Questo comportamento genera dolore e sofferenza non solo negli altri, vittime delle mie
ingiustizie, ma anche in me, perché è un'azione che non mi lascia tracce positive, non mi lascia
tracce di soddisfazione, di completezza, di crescita interiore; in fondo, nascosta dietro le mie
paure e i miei dubbi, c'è la certezza che sto sbagliando. Nel profondo, la mia coscienza è divisa.
Ed è qui che il sistema incorpora un altro dei suoi trucchi, un altro dei suoi strumenti di controllo
psicosociale per rafforzare i suoi schemi: la dissonanza cognitiva. Cerco di esemplificare
attraverso la spiegazione fornita da Wikipedia
(https://es.wikipedia.org/wiki/Disonancia_cognitiva) :
"Il termine dissonanza cognitiva si riferisce alla tensione interna o alla disarmonia del sistema
di idee, credenze ed emozioni (cognizioni) percepita da una persona che ha due pensieri
contrastanti allo stesso tempo, o da un comportamento che è in conflitto con le sue credenze".
Cioè, il termine si riferisce all'incompatibilità percepita di due cognizioni simultanee, che
possono avere un impatto sui loro atteggiamenti"... "Poiché questa incongruenza o dissonanza
si verifica in modo molto evidente, la persona è automaticamente motivata a sforzarsi di
generare nuove idee e credenze per ridurre la tensione fino a quando l'insieme delle sue idee e
atteggiamenti si adattano insieme, costituendo una certa coerenza interna. Il modo in cui
avviene la riduzione della dissonanza può prendere diverse strade o forme. Uno di questi è il
cambiamento di atteggiamento o di idee nei confronti della realtà".
In parole povere: la persona sente di non avere opzioni, si sente obbligata a compiere un'azione
che non vuole, che crea contraddizione, disagio, sofferenza, e invece di opporsi alla causa che
apparentemente la costringe a compiere quell'azione contro le proprie credenze o convinzioni,
cambia l'interpretazione dei fatti, modifica l'impalcatura etica che sostiene le sue credenze, ed
elabora una risposta che giustifica la sua azione sbagliata. Questo produce dissociazione
psichica, disagio, sofferenza, solitudine. Questo produce un falso senso di adeguatezza e di
integrazione nel tessuto sociale.
E così ci troviamo in questo stato mentale individuale ristretto e psicosociali confuso, senza
percepire che tutta questa sofferenza sta coprendo bisogni molto sottili che non sono del tipo di
sopravvivenza: sta coprendo bisogni che spingono, che avvicinano alla felicità, all'unità
interiore, alla percezione di un futuro più ampio e profondo: questi falsi registri di adattamento al
sistema, stanno coprendo bisogni esistenziali.
Perché se tutto fosse istinto di autoconservazione e di sopravvivenza, se tutto fosse mangiare,
dormire e procreare, non ci preoccuperemo di tutte queste cose sullo spirito, i cieli, gli inferni e
l'aldilà.
A questo punto possiamo affermare che l'uomo è un essere storico e sociale che cerca la
trascendenza come l’oggetto finale dell'atto di ricerca della sua coscienza.
Chiameremo intento questo atto, che potremmo definire come l'impulso permanente e continuo
della coscienza a raggiungere la conoscenza, a raggiungere l'oggetto che completa la sua
ricerca;
La proposta di azione che si genera per raggiungere ciò che l'intento cerca, possiamo chiamarle
proposito.
Ci sono propositi molto semplici, come quello di migliorare il proprio aspetto fisico, o di iniziare
ad alzarsi presto al mattino, o di tenere in ordine la casa o l'ambiente di lavoro, ecc.
Ci sono propositi più elaborati, più difficili da realizzare, come cercare di essere gentili con le
persone, allargare la propria cerchia di amici, partecipare alla vita comunitaria, politica o sociale
del quartiere, e così via.
Ci sono propositi che hanno una portata temporale più lunga, proposte che richiedono una
maggiore pianificazione, una maggiore cura e attenzione nel tempo, come intraprendere uno
studio all'università, avviare una propria attività, educare i propri figli, ecc.
E ci sono anche esigenze e propositi che corrispondono ad altre sfere, ad altri spazi di natura
più spirituale, che hanno il sapore dell'infinito, dell'eterno, di ciò che trascende lo spazio e il
tempo quotidiano: Si tratta di necessità/propositi di arrivare alla vecchiaia felici, di contribuire a
migliorare la società e a costruire un mondo migliore, di conoscere i cieli o i mondi che
occuperemo dopo la morte fisica, del bisogno di parlare con Dio o con i nostri cari che non ci
sono più, del desiderio di capire il senso della nostra esistenza, la ragione della vita,
dell'universo in espansione, ecc.
Che il mio bisogno sia molto elementare, come mangiare e dormire, o che abbia bisogno di
avere amici o di trovare un lavoro migliore, o che voglia essere un leader politico o un influencer
sociale, o che voglia il bene dei miei figli e della mia famiglia, o che desideri conoscere le
profondità dell'aldilà per comprendere la mia vita e l'universo, in tutte le situazioni troviamo il
binomio necessità-proposito.
È molto facile individuare la necessità, i nostri bisogni, nelle situazioni più rudimentali ed
elementari della nostra vita, perché se non mangiamo o dormiamo, moriamo; ma è difficile
immaginare o accettare che se non diamo un senso alla nostra vita, moriamo anche noi; E qua
si stende un manto d’oblio.
Nelle situazioni in cui la nostra vita è in pericolo, sorge un registro, una risposta emotiva molto
forte che chiameremo urgenza. Questa urgenza aumenta il potenziale di ricerca della
necessità e pone il proposito come dietro una lente di ingrandimento: lo rende più grande, più
vicino.
L'urgenza fa sì che il proposito occupi tutta la nostra attenzione, tutto il nostro spazio visivo e
percettivo. E aumentando il peso della necessità grazie all'urgenza, il proposito di risolvere o
raggiungere una situazione aumenta, diventa più grande, più forte, e questo permette di
concentrare e dirigere le forze per raggiungere il mio proposito, per raggiungere il mio obiettivo,
per soddisfare la mia necessità.
Quando la situazione di vita non impone rischi per la mia sopravvivenza, l'urgenza si attenua e
la necessità si diluisce mescolandosi alle necessità/propositi che la società impone come
modello comportamentale: avere soldi, essere importante, essere desiderato.
Queste necessità imposte come archetipo nella nostra società hanno una carica effimera,
perché non avendo l'energia dell'urgenza, non producono un proposito che guida, che motiva.
La vita di una persona si limita a ottenere piccoli trionfi passeggeri senza maggiori possibilità di
proiezione nel futuro; questo produce frustrazione, anticonformismo, sofferenza;
E qui torniamo al punto in cui la nostra coscienza, per non continuare a soffrire, si disgrega, si
adatta a quegli schemi o modelli che la danneggiano, fino all'estremo di giustificarli e adottarli
come modello di vita: È come l'effetto della "Sindrome di Stoccolma", in cui la persona (vittima)
si dissocia dalla realtà sofferente che sta vivendo per iniziare a vivere la realtà illusoria che il
suo oppressore le impone.
Siamo d'accordo nel dire che è necessario coprire i nostri bisogni primari, quelli più urgenti, con
azioni che portino ad azioni concrete e terrene.
Ma è anche importante evidenziare, definire, incrementare, quella necessità che nasce
dall'espansione della percezione dell'istinto di sopravvivenza umano: l'uomo come essere
sociale e storico ha bisogni più ampi, necessità esistenziali; a queste necessità dobbiamo
trovare propositi adeguati. A queste necessità e a questi propositi che possiamo definire
trascendentali (perché sembrano trascendere i limiti o i concetti attribuiti al tempo e allo spazio)
dobbiamo aggiungere, aumentare, quel senso di urgenza che fissa la necessità e chiarisce il
proposito.
È chiaro che quanto detto finora ha il sapore del "teorico" e che alla fine della lettura potremmo
chiederci: è ora, cosa fare?
Qui si apre una gamma infinita di possibilità, la cui esemplificazione ci porterebbe in un campo
che esula dagli scopi di questo testo.
Ma poiché qualcosa dentro di noi sta cercando delle risposte, e partendo dalla convinzione che
tutto inizia con la riflessione e la meditazione personale, commento alcune cose da considerare:
L'uomo è un essere storico e sociale; la sua azione si sviluppa tra i suoi simili (società)
tenendo conto delle situazioni passate (storia) e proiettando le situazioni nel futuro (progresso
scientifico culturale).
Questo movimento in avanti, individuale e sociale, questo continuo avanzamento che alcuni
definiscono il motore della storia, è l'intenzionalità umana, che potremmo riassumere in poche
frasi:
- Il bisogno di scoprire, il bisogno di modificare e il bisogno di condividere;
- Per riassumere ancora meglio: Conoscenza (di sé e del mondo), Costruzione (di ambienti, di
realtà) e Cooperazione (dare e ricevere per crescere insieme).
Come posso concretizzare in azioni concrete il mio desiderio di imparare, di fare qualcosa per
la società, di sentirmi riconosciuto, partendo dalla mia situazione attuale?
Per rispondere a questa domanda, aprendo ali alla nostra riflessione e alla nostra
immaginazione, propongo la lettura del capitolo XIII, "I principi" del libro "Il messaggio" di SILO
(Editora Multimage - Italia):
“Diverso è l'atteggiamento nei confronti della vita e delle cose quando la rivelazione interna
ferisce come il fulmine.
Seguendo i passi lentamente, meditando su quanto è stato detto e su quanto c'è ancora da
dire, puoi convertire il non-senso in senso. Non è indifferente ciò che fai della tua vita. La tua
vita, sottomessa a leggi, si trova esposta a possibilità che puoi scegliere. Non ti parlo di
libertà. Ti parlo di liberazione, di movimento, di processo. Non ti parlo di libertà come di
qualcosa di quieto, ma di liberarsi passo a passo, come si libera del cammino che ha dovuto
percorrere colui che si avvicina alla sua città. Allora, "ciò che si deve fare" non dipende da una
morale lontana, incomprensibile e convenzionale, ma da leggi: leggi di vita, di luce, di
evoluzione.
Ecco i cosiddetti "Principi", che possono essere d’aiuto nella ricerca dell'unità interiore.
1. Andare contro l'evoluzione delle cose è andare contro se stessi.
2. Quando forzi qualcosa verso un fine, produci il contrario.
3. Non opporti a una grande forza. Retrocedi finché essa non si indebolisca; allora, avanza
con risolutezza.
4. Le cose stanno bene quando vanno insieme, non isolatamente.
5. Se per te stanno bene il giorno e la notte, l'estate e l'inverno, hai superato le
contraddizioni.
6. Se persegui il piacere, ti incateni alla sofferenza. Ma se non danneggi la tua salute, godi
senza inibizioni quando se ne presenta l'occasione.
7. Se persegui un fine, ti incateni. Se tutto ciò che fai, lo realizzi come se fosse un fine in se
stesso, ti liberi.
8. Farai sparire i tuoi conflitti quando li avrai compresi nella loro radice ultima, non quando li
vorrai risolvere.
9. Quando danneggi gli altri, rimani incatenato. Ma se non danneggi nessuno puoi fare
quello che vuoi con libertà.
10. Quando tratti gli altri come vuoi essere trattato, ti liberi.
11. Non importa da che parte ti abbiano messo gli eventi, ciò che importa è che tu
comprenda di non aver scelto nessuna parte.
12. Gli atti contraddittori o unitivi si accumulano in te. Se ripeti i tuoi atti di unità interna,
niente ti potrà più fermare.
Sarai come una forza della Natura, che non incontra resistenza al suo passaggio. Impara a
distinguere tra ciò che è difficoltà, problema, inconveniente, e ciò che è contraddizione. Se i
primi ti muovono o ti stimolano, quest'ultima ti immobilizza dentro un circolo chiuso.
Quando incontri una grande forza, allegria e bontà nel tuo cuore, o quando ti senti libero e
senza contraddizioni, ringrazia immediatamente dentro di te. Se ti succede il contrario, chiedi
con fede, e quel ringraziamento che hai accumulato tornerà trasformato e ampliato in
beneficio.”
Personalmente, mi è utile:
- Quando considero le situazioni che mi causano contraddizione e sofferenza, cerco di riconciliarmi con
me stesso e con gli altri.
- Mettermi al posto dell'altro in situazioni difficili mi fa capire cosa devo fare.
- L'azione concreta nel mondo è il prodotto finale di ciò che voglio ottenere. Ciò che mi completa è: fare,
pensare e sentire nella stessa direzione. Non c'è autorealizzazione che non si manifeste nei fatti.
- Quando immagino il futuro, mi rilassa pensare che quello che faccio ha un senso, un obiettivo che va
oltre la mia percezione oggettuale e temporale delle cose, oltre i miei interessi personali, un'azione che
accompagna l'evoluzione degli uomini, della terra, dell'universo. Un'azione che si perpetua
indipendentemente da me.
- Le risposte alle domande più intime le cerco in solitudine, nel profondo del mio cuore, in silenzio, senza
fretta, ripetendo la domanda nel vuoto, nello spazio infinito della mia anima, come un'eco...
E quando finisco, sono grato per l'intuizione intravista.
Antòn Morà 25/05/2022